Los Sacristán, una familia con larga tradición vinícola

La familia de Eusebio trata de hacerse un hueco en un mundo tan competitivo como el vinícola. Su hermana Teresa es la que lleva las riendas del negocio bajo la etiqueta Ababol, «amapola en castellano antiguo», como explica a este periódico. Apuestan por un tipo de elaboración que tira más hacia los vinos de antes, hacia un verdejo fermentado en barrica y sobre lías. «La pulpa pasa más tiempo en el depósito de lo que suele ser habitual y por tanto el producto final tiene más cuerpo y sabor. La gente está más habituado al verdejo del año, pero nosotros apostamos por un vino que aguanta más. Es un vino más para restaurantes que para barra. Otra diferencia es que los viñedos de los que sale nuestra uva son ecológicos». 

Teresa Sacristán cuenta que la comarca ha sufrido un cambio importante desde el reconocimiento al verdejo con la etiqueta de la Denominación de Origen. «Antes el vino de esta zona era de solera, un vino al sol en garrafas de cristal que aguantaba mucho. Ese vino no tenía venta y las familias del pueblo tenían que dedicarse a otros cultivos como la cebada, la patata o la remolacha. Hoy el vino verdejo tiene un nombre importante, se conoce en todo el mundo».

Según se recoge en la web de la Denominación de Origen, la uva verdejo es «herbácea, amarga, con un toque afrutado algo dulce y alto grado alcohólico equilibrado por su excelente acidez». Es lo que permite mantener a flote a la económica de la comarca. 

Los inviernos fríos y largos, las primaveras cortas y los veranos calurosos, con importantes diferencias de temperatura entre el día y la noche, es lo que explica el «excelente» equilibrio entre el azúcar y la acidez de la uva. 

La vendimia se hace de forma mecánica y son muy pocas las bodegas que lo siguen haciendo de forma manual.

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