¿Porqué es viable?
Por dos razones.
La primera por la propia configuración del club. Después de dos descensos el máximo accionista del club ha intentado ir poniendo los diques necesarios para contener la sangría económica que supone el descenso. Y el mayor de esos diques es el coste salarial de la plantilla, el capítulo principal en cualquier club de fútbol. El descenso va a provocar la salida de muchos jugadores, pero los que se queden van a ver mermados sus ingresos cerca de un 40%. Es lo que tienen recogido en el contrato. Esa reducción de la masa salarial será un importante balón de oxígeno.
La segunda razón hay que buscarla en la propia ayuda de la LFP a los clubes que descienden. Una cantidad que, aunque hay que devolver al cabo del tiempo, permitirá al club minimizar notablemente la caída de ingresos. El Valladolid cobra 15 millones de la televisión y ahora pasará a recibir algo menos de dos. La ayuda de la patronal futbolística no cubre la diferencia, pero la atenúa notablemente.
Y tampoco existe, a priori, un peligro cierto de que la nave embarranque y se hunda. La propia existencia del concurso de acreedores es una buena garantía. La mayor parte de los acreedores han aceptado el plan de pagos, que ya contempla una importante prolongación en el tiempo en los pagos en caso de descenso. Por ese lado no hay mucho peligro. Por donde sí lo hay es por la parte de Hacienda. Club y Agencia Tributaria -principal acreedor de la entidad- no se han puesto aún de acuerdo en la forma de pago de la deuda. Y con el equipo en Segunda la negociación se vuelve más complicada para el club, que tiene menos margen de maniobra. Ese es el arrecife que, por ahora en lontananza, distorsiona la travesía pucelana por el desierto de la Segunda
Por dos razones.
La primera por la propia configuración del club. Después de dos descensos el máximo accionista del club ha intentado ir poniendo los diques necesarios para contener la sangría económica que supone el descenso. Y el mayor de esos diques es el coste salarial de la plantilla, el capítulo principal en cualquier club de fútbol. El descenso va a provocar la salida de muchos jugadores, pero los que se queden van a ver mermados sus ingresos cerca de un 40%. Es lo que tienen recogido en el contrato. Esa reducción de la masa salarial será un importante balón de oxígeno.
La segunda razón hay que buscarla en la propia ayuda de la LFP a los clubes que descienden. Una cantidad que, aunque hay que devolver al cabo del tiempo, permitirá al club minimizar notablemente la caída de ingresos. El Valladolid cobra 15 millones de la televisión y ahora pasará a recibir algo menos de dos. La ayuda de la patronal futbolística no cubre la diferencia, pero la atenúa notablemente.
Y tampoco existe, a priori, un peligro cierto de que la nave embarranque y se hunda. La propia existencia del concurso de acreedores es una buena garantía. La mayor parte de los acreedores han aceptado el plan de pagos, que ya contempla una importante prolongación en el tiempo en los pagos en caso de descenso. Por ese lado no hay mucho peligro. Por donde sí lo hay es por la parte de Hacienda. Club y Agencia Tributaria -principal acreedor de la entidad- no se han puesto aún de acuerdo en la forma de pago de la deuda. Y con el equipo en Segunda la negociación se vuelve más complicada para el club, que tiene menos margen de maniobra. Ese es el arrecife que, por ahora en lontananza, distorsiona la travesía pucelana por el desierto de la Segunda
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