Así ven desde Córdoba el empate contra el Real Valladolid

El Valladolid perdona a un Córdoba sin fútbol ni ideas y que reclamó un gol en fuera de juego en el descuento

El Córdoba de la pasada temporada sobrevivió, no pocas semanas, incluso meses, gracias a una primera vuelta en la que, a pesar de las carencias mostradas continuamente, logró sumar muchísimos puntos, infinitamente más de los que merecía su «fútbol». Logró meterse en eliminatorias de ascenso gracias a aquella semana fantástica de Feria y, en el peor de los casos, gracias a aquellos meses de octubre y noviembre, combinados con la igualdad existente en la categoría, el conjunto blanquiverde quedaría a las puertas de las eliminatorias. Diferente debate sería el objetivo marcado por el club, que es el mismo que se ha marcado en esta campaña.

El Córdoba de esta temporada sobrevive ya en octubre. La contundencia de los últimos metros desapareció. El intento de que Guille Donoso sea el Fidel diestro hace aguas y no porque el chaval no tenga calidad, sino porque el plan de este equipo es el mismo que el que tenía aquel. Aunque no sea, en las luces, el mismo equipo. Los problemas de este Córdoba continúan siendo los mismos: una defensa lenta, sin capacidad de reacción, sin posibilidad de jugar el balón mínimamente y escasísima en elementos o alternativas. Un centro del campo en el que descaradamente se renuncia al fútbol -como antaño- y que cuando llega cualquier equipo, llámese Valladolid, llámese Lugo, que pretende combinar, saca los colores, no precisamente blanquiverdes. Y una delantera aislada, que debe buscar balones 30 metros más abajo y acertar, como sí acertaba la de hace un año, a la primera o como mucho a la segunda ocasión que se le presente para desequilibrar el marcador y plantear un nuevo encuentro a partir de ahí. Como se hacía entonces.

Luego, existen aspectos individuales, detalles en los que se mejora en algunos conceptos pero aumenta el déficit en otros. Pero no dejan de ser, a fin de cuentas, esos pequeños detalles de los que hablan tanto los entrenadores y que no lo son tanto. Estar entre los cinco peores equipos de la categoría en el último mes y medio no es ningún pequeño detalle y la forma de llegar ahí es algo que se podía intuir, por lo que sólo queda pensar en cómo arreglar un equipo que durante los primeros 45 minutos de ayer, en El Arcángel, rozó lo esperpéntico.

El Arcángel volvió a ver a un equipo protagonista con el balón, el Valladolid de Paco Herrera. Sin ocasiones claras en el primer tiempo, con llegadas rondando el área, pero sin veneno ni instinto asesino en los últimos metros. Eso sí, el fútbol, el partido y el control fue albivioleta gracias a un centro del campo que fue muy superior al blanquiverde, en el que Luso intentaba llegar a todo, mientras que las bandas eran superadas por triangulaciones que eliminaban los esfuerzos (más) de Juli y (menos) de Guille Donoso por ayudar a sus laterales. La única emoción que logró transmitir el Córdoba en todo el encuentro vino de las manos de un flan llamado Isaac Becerra. El mejor portero de Segunda de la pasada temporada dio un mitin en los saques de esquina a favor de los cordobesistas durante todo el encuentro y ya en el segundo, a cinco del descanso, dejó pasar el balón y Caro, casi sin querer, introdujo el balón en la red.

Poco le duró la alegría a los locales, ya que en una jugada individual con mala suerte para Caro, Míchel Herrero cruzaba el balón a la red, casi imposible para Kieszek. En cualquier caso, el marcador en el intermedio era buenísimo para el Córdoba visto su juego.

El segundo tiempo se planteó diferente. Cuando no hay ideas o las que hay son de difícil aplicación por las herramientas de las que se dispone, sólo queda apelar al corazón, a la fibra, a la sangre, a las vísceras. Juan Villar perdonaba al Córdoba cuando se plantó solo ante Kieszek (min. 49) y se estrellaba contra el lateral de la red. Alfaro y Guille intentaron, a base de corazón, equilibrar la balanza, pero el Valladolid continuaba teniendo el balón y el control, sin posibilidad de que el rumbo del duelo cambiara. Si ante el filial hispalense el asturiano fue el único argumento atacante, anoche ni eso, por lo que Oltra decidió meter a Pedro Ríos y 10 minutos después a Bergdich por el onubense. El panorama no cambió.

El Valladolid amagaba y coqueteaba ya con la posibilidad de ganar el encuentro buscando continuamente la espalda a la defensa blanquiverde. Herrera vio claramente que podía llevarse el encuentro y cambió a su delantera. Si en los 70 minutos anteriores tenían controladísimo el duelo, en los últimos 20 minutos los vallisoletanos perdonaron claramente al Córdoba. De Tomás se sacó una volea espectacular a la que respondió debidamente Kieszek (min. 72). Un nuevo error de Becerra (min. 81) tras un saque de esquina no tenía reflejo en el marcador. Álex López culminaba una buena jugada visitante con un disparo cruzado desde el borde del área que se marchaba ajustadísimo al palo derecho del polaco (min. 82). De nuevo De Tomás ponía a prueba al arquero cordobesista con un gran disparo de media distancia al que Kieszek respondía despejando el balón por el fondo del campo. Jordán ponía de nuevo un nudo en la garganta desde dentro del área y se encontraba de nuevo con el portero local y, finalmente, Jordán lo probaba desde el borde del área con un tiro que se le fue demasiado alto.

Ya en el descuento, un centro rematado por Rodri, que partía desde fuera de juego, fue justamente anulado e impedía que se ocultara la realidad: la ausencia de juego y fútbol de este Córdoba le ha inmerso ya en una serie de cuatro puntos de 15 disputados. La segunda crisis, a punto.

Link: http://www.diariocordoba.com/noticias/deportes/segunda-crisis-punto_1092765.html

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