Fausto Rossi cumple con el arquetipo de turinés.
Amable, contenido y sin las estridencias expansivas de los italianos del sur, este nativo de la capital del Piamonte habla pausadamente, sin musicalizar en exceso.
Rossi (Turín, 1990) parece un tipo tranquilo que trata de adaptarse a una ciudad a la que le va tomando el latido.
De momento, las pizzerías vallisoletanas le sirven para mitigar la añoranza que siente por Italia.
«Estoy intentando conocer un poco el ambiente de la ciudad, pero todavía vivo en el hotel. Me gusta Valladolid. De España conozco poco, solo lugares donde he jugado torneos. Y también Ibiza y Formentera, pero de vacaciones», dice el nuevo futbolista blanquivioleta.
Rossi notó muy pronto el dulce veneno del fútbol. Cuando de chaval abandonaba el portal de su casa, casi en los límites fronterizos de la ciudad de Turín, observaba a quinientos metros Delle Alpi, el viejo estadio de la Juventus, un polo de atracción para sus sueños infantiles, ahora reconvertido en el flamante Juventus Stadium.
El pequeño Fausto se fue enamorando gradualmente de la mística ';bianconera';. A los cinco años, pasó los exámenes de selección para nutrir la cantera de la Juve.
«Se iniciaron las pruebas donde convocaban a los niños que eran de Turín. Y allí fui a jugar por primera vez. Después, fue escalando por todas las categorías inferiores hasta jugar la ';Coppa Primavera';. A los 17 años ya estaba en el primer equipo».
Las advertencias
Fausto Rossi, ya convertido en un futbolista profesional, mantiene viva la llama entusiasta de aquel niño que oteaba el legendario estadio juventino al lado de su casa.
«El fútbol es una pasión que he tenido siempre», relata con su tempo de ';adagio';.
«Desde que era un niño soñaba con eso. Me iba a dormir con el balón. Es la gran pasión que he tenido».
En aquellos años noventa, Fausto Rossi trasteaba con el balón por casa, mientras se oían las inevitables admoniciones maternas.
«Fausto, estate quieto»
«Fausto, no rompas cosas»
«Fausto, ten cuidado con los cristales».
Y, ajeno a todas las advertencias, Rossi daba patadas a la pelota de habitación en habitación mientras soñaba con la Juventus, ante la cara de estupefacción de su padre y hermano, hinchas acérrimos del Torino, la ';squadra'; preferida mayoritariamente por los turineses.
«Yo siempre he sido de la Juve porque es el club de los grandes campeones y era algo bonito, pero ya forma parte del pasado. En Turín hay más aficionados del Torino que de la Juve. Es en el resto de Italia y en el mundo donde aparecen los seguidores de la Juve. Y, sí, mi padre y mi hermano son del Torino y por tanto en casa...».
Ni siquiera la progresión de Fausto Rossi en las categorías inferiores de la ';Vecchia Signora'; ablandó los corazones ';toros'; del hogar familiar. «Siguen siendo del Torino...», suspira con una sonrisa el jugador durante la entrevista.
«Y ahora también del Real Valladolid, claro», añade. «Hace una semana vieron el partido contra el Getafe... aunque yo no tuviera aún el ';transfer';».
Los sueños juventinos de Rossi han ido menguando con los años.
Ahora es consciente de que la vida del futbolista profesional puede tomar derroteros que le lleven a explorar nuevas experiencias, más allá de la Juventus.
Por eso responde rápidamente cuando le preguntamos por su aspiración de volver al club de sus desvelos y debutar con el primer equipo de la Juve.
«No, sinceramente no es algo en lo que piense. Es verdad que tengo contrato con ellos hasta el año 2016, y una opción de compra por parte del Real Valladolid, pero mi pensamiento no es volver. Mi idea es hacerlo bien aquí, jugar bien. Ya veremos si luego vuelvo a la Juve o estoy en otro equipo. No es algo que me importe ahora. Quien sabe, puede que me quede diez años en España. Todavía no lo sé, pero va a depender de mí».
Referentes, no ídolos
Fausto Rossi es un futbolista sin ídolos. Él prefiere marcar su propio camino y, como mucho, acepta hablar de «referentes».
En ese punto junta dos conceptos. Por un lado, la calidad balompédica de los jugadores que admira. Por otro, y no menos importante, la humanidad de esos futbolistas.
En su boca aparecen los nombres de dos ilustres exjugadores de la Juve: Alessandro del Piero y Pavel Nedved.
«A nivel personal, tanto Del Piero como Nedved me han dado mucho como personas porque, más allá de ser grandes campeones, son grandes seres humanos. Y también es normal que me fije en grandes campeones como Andrés Iniesta», resalta.
Rossi trabaja ahora a las órdenes de Juan Ignacio Martínez, un técnico del que destaca su método de trabajo. Con él, espera brillar en la liga española y despuntar con el Real Valladolid.
Pero también en el mundo de los banquillos, Fausto Rossi tiene ';referentes';. Y ahí aparece un técnico que no causa indiferencias.
José Mourinho.
';The Special One';.
«Algún día me gustaría ser entrenado por Mourinho...», se sincera Rossi. «Su personalidad, su carácter... es una persona que me cautiva mentalmente. Sabe motivar, entrenar bien y gana siempre: Oporto, Chelsea, Inter, Real Madrid...».
Fausto Rossi tiene 22 años (no cumplirá 23 hasta el 2 de diciembre) y aún dispone de mucho tiempo para irse labrando una carrera de éxitos. De momento, un torneo ha quedado grabado a fuego en su memoria: el Campeonato de Europa sub 21 que se disputó el pasado mes de junio en Israel.
En esa cita, la selección transalpina alcanzó la final... para caer ante la intratable España por un claro 4-2. En el partido decisivo, disputado en el Teddy Stadium de Jerusalén, aparecieron dos futbolistas que meses más tarde comparten vestuario en el José Zorrilla: el propio Fausto Rossi, que disputó los noventa minutos, y el portero Diego Mariño, suplente con la selección española.
Rossi no olvida todos los momentos que vivió allí, especialmente por el fútbol que desarrolló Italia. «El recuerdo que tengo es espectacular. Jugamos bien y merecimos llegar a la final. Después, contra España, entraba dentro de lo normal que acabase así. Podíamos haber logrado algo grande, pero era muy difícil».
Fascinado por España
El fútbol español siempre ha ejercido una gran fascinación sobre Fausto Rossi. Si el Real Valladolid ha podido contar con sus servicios se debe en gran medida al amor que profesa por el estilo de juego que impera aquí. De hecho, en Italia se pegaba al televisor cada vez que tenía la opción de ver un partido de ';La Liga';. «Sí, sí, siempre los veía. Solo un año me la perdí porque Sky [la televisión que emitía los partidos] no los dio».
A Rossi le fascinan «todos los equipos» de la competición española. «Madrid, Barcelona... Lo que me gusta es lo bien que se juega en España, un fútbol muy diferente al de Italia». Ahora, después de militar cedido en el Vicenza y en el Brescia, de la Serie B italiana, espera su debut en la primera división española. ¿Le vendrá mejor este juego vistoso a sus características de mediocentro ofensivo? «¡Os lo digo a final de año!», responde.
Fausto Rossi, cuyos padres regentan una joyería en Turín, afirma tener «tres prioridades en la vida»: «Familia, amor y amigos».
Y, en este momento, tiene las tres bien cubiertas, a pesar de la distancia que le separa de Turín. «Estar lejos de mis amigos es un poco duro, pero durante el año me visitarán. Quieren conocer Madrid, Barcelona, Valladolid y asistirán a los partidos. Mi novia está aquí conmigo y mis padres vendrán con mi hermano a verme jugar. Y a traerme la ropa de invierno...».
Mientras, sigue buscando piso para instalarse. Y degustando pizzas en Valladolid. Tranquilamente, como buen turinés.
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