Que fue de... Don Vicente Cantatore

Tras la inocentada de ayer en la que decíamos que Cabtatore volvía a entrenar al Pucela a sus 79 años, hoy en nuestro blog en nuestra sección "que fue de..." Ponemos un artículo de hace 2 años en el que nos explica la vida actual de uno de nuestros entrenadores insignia del club:

Con 77 años, el legendario técnico chileno-argentino pasa sus días entre cigarrillos, café y partidas de dominó en la Quinta Región, tras la muerte de su esposa. Aunque sus cercanos confiesan que sus recuerdos se han ido apagando, él se anima a hacer un extenso repaso de su carrera.

El teléfono de Vicente Cantatore suena con insistencia cada 6 de octubre. Entre los saludos por su cumpleaños hay uno que destaca y que nunca falla, el del ex capitán de Real Madrid y la selección española, Fernando Hierro. En su mesa de siempre, en el Café Anayak de Viña del Mar, el histórico técnico chileno-argentino explica el gesto al recordar que fue él quien descubrió al volante. “Manolo Hierro era jugador mío en Valladolid y me pidió probar a su hermano. Después de media hora, le dije ‘este se queda, juega mucho mejor que vos’. Imagínate adónde llegó después”, sostiene Cantatore, con un cigarrillo en la mano izquierda y un pisco sour sobre la mesa.

A pesar del saludo de Hierro, este fue un aniversario triste para el antiguo entrenador de Cobreloa, Colo Colo, la UC, Valladolid y Sevilla, entre otros. Su esposa, Nelly Erbetta, murió algunos días antes de su 77º cumpleaños después de una larga enfermedad, que significó el alejamiento definitivo de Cantatore de los estadios. Nelly era su única familia en Chile, pues su hijo, Marcelo, vive en España desde hace décadas y el resto de su parentela está en Rosario, su ciudad natal.

Lo anterior no significa que esté solo. En la práctica, su familia está sentada a la mesa del Anayak, donde se reúne sagradamente con su grupo de amigos. Entre ellos está el uruguayo Jorge Luis Siviero y el ex arquero de Everton Vicente Alti. De vez en cuando aparece Antonio Bloise Ramos, presidente de Everton e hijo de quien fuera su mejor amigo, Antonio Bloise Cotroneo, fallecido en 2004. La amistad entre ambos se remonta a 1963, cuando el ex técnico llegó a jugar por Wanderers. Instantáneamente se enamoró del lugar y su gente. “Viña es un paraíso terrenal. No me muevo más de aquí”, dice Cantatore, en contra de lo que piensa su heredero. Marcelo quiere llevárselo a España, pues le preocupan los vacíos que ha ido presentando su memoria. “Ha sufrido un deterioro bastante grande en el último tiempo, y eso nos preocupa mucho a los amigos”, indica un integrante de la tradicional mesa del Anayak.

Dispuesto a probar que sus recuerdos están intactos, Cantatore cuenta su apasionante peregrinaje futbolístico desde el comienzo, con el desafío de terminar su relato al mismo tiempo que con la copa que tiene enfrente.

Omar Labruna, el actual técnico de Colo Colo, reposaba en los brazos de Cantatore en Talca, por el año 59. Su padre, Angel, integrante fundamental de la “Máquina” de River Plate, terminaba su carrera en Rangers de Talca y recomendó al volante defensivo, que venía de jugar en Tigre y San Lorenzo. Con el “Ciclón” tuvo la chance de marcar a Alfredo Di Stéfano, en una gira de Real Madrid por Argentina. “Lo vi pasar al lado mío (ríe). Era un fenómeno. Jugaba con una entrega total. Allí comprendí cómo era un jugador de toda la cancha”, cuenta.

El rosarino brilló en pastos nacionales con Rangers y fue transferido a Wanderers en 1963, a cambio de la millonaria cifra de 80 millones de escudos. En el puerto jugó con el mundialista Raúl Sánchez y luego con un joven Elías Figueroa. “No tenía la menor duda de que iba a triunfar. Mira, él era tan bueno, que no creo que yo le haya enseñado nada. Es difícil decidir, pero para mí es el mejor jugador chileno de la historia”, afirma el ex estratega.

Con los “caturros”, Cantatore fue campeón en 1968. Su amigo Bloise, hincha de Everton, soportaba en la tribuna las burlas que el argentino le dedicaba desde la cancha. Su carrera como jugador terminó en Deportes Concepción, en 1970, el único lugar que algún arranque de rabia sacó del ponderado rosarino. “Discutíamos bastante con un jugador de apellido Duvancé, pero nunca llegamos a los golpes”, rememora. Desde el otro extremo de la mesa del Anayak, Bloise Ramos replica que “no es lo mismo que me contó mi papá”.

Lo mejor de su paso por el fútbol vino después del retiro. Aunque él se considera “un buen jugador, porque fui titular en todos lados y nunca estuve en la banca”, fue precisamente al borde del campo donde sumaría más elogios. Ya nacionalizado chileno, Cantatore comenzó su carrera de entrenador en Concepción, 1975. Posteriormente, estuvo cuatro años en Lota Schwager y un breve período en Audax Italiano, donde renunció por la falta de agua caliente en los camarines. “Es un tipo de principios claros, nunca los transó. Se hacía respetar”, destaca Bloise. Los enfrentamientos con la dirigencia se repetirían en la selección chilena, Universidad Católica, Colo Colo y dramáticamente, en Valladolid.

La llegada de Cantatore a Calama, su destino más exitoso, ocurrió en 1980. “Cobreloa es el equipo al que le tengo más cariño. Me preocupa que ya no estén en los primeros lugares. Tengo un recuerdo imborrable de los mineros. Era un club nuevo, que mucha gente no conocía, pero nacimos grandes desde un principio”, rememora el DT, quien ganó dos títulos nacionales (80’ y 82’) y alcanzó dos finales consecutivas de Copa Libertadores en 1981 y 1982, ante Flamengo y Peñarol.

Por su exitoso recorrido en el norte, la Asociación Central de Fútbol lo contrató en 1984 para dirigir a la “Roja”, donde apenas disputó un partido antes de pelearse con la dirigencia e irse. Esto le permitió internacionalizar su carrera y establecerse en Valladolid. “Fue un ídolo allá, apenas podía salir a la calle”, cuenta Bloise, quien viajó a visitarlo varias veces a España. Con los vallisoletanos alcanzó la final de la Copa del Rey en su primera etapa (85-89), cayendo ante Real Madrid, y luego alcanzó puestos europeos en su segundo paso (96-97). Pese a la buena campaña, fue echado por Marcos Fernández, hijo del presidente del club, a través de un programa radial. “Nunca me imaginé un final así, me sorprendió, pero después tuve uno de los momentos más gratos, porque más de 100 personas fueron a darme su respaldo a mi casa. Nunca sentí tanto cariño de la hinchada como en Valladolid”, señala Cantatore, que también tuvo un importante paso por Sevilla (donde contrató a Iván Zamorano) y después por Betis, siendo el único técnico que ha dirigido a estos dos enemigos.

Hacia fines de los 90, Cantatore fue sintiendo el cansancio y duró poco tiempo en sus últimas estaciones, hasta que se retiró en Sporting de Gijón, en 2002. Lo dice Bloise: “Se aburrió de entrenar. Quería estar en Chile. Ya retirado, le seguían lloviendo ofertas, de la Sampdoria, del Cruz Azul... Pero no quiso”.

Cantatore concluye el relato con otro cigarro. Algunos fragmentos se han ido perdiendo, particularmente los más nuevos. Después de terminar su pisco sour, Cantatore toma su auto y maneja hasta su departamento en Recreo. Está a medio camino de Viña del Mar y Valparaíso; de Everton y Wanderers. Después de almorzar, se para a observar el océano, como si buscara algo. “He tenido una vida plena, no me puedo quejar”, confiesa. El sol pega fuerte sobre la terraza. La tarde le depara un juego de dominó en el Stadio Italiano; para mañana le espera un día exactamente igual a este.

Link: http://diario.latercera.com/2012/11/03/01/contenido/deportes/4-122145-9-memorias-incompletas-de-vicente-cantatore.shtml

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1 comentarios:

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Anónimo
admin
30 de diciembre de 2013, 18:43 ×

El mejor entrenador de la historia del Real Valladolid.
Nunca disfrute tanto viendo al pucela que en las epocas de Don Vicente.

Congrats bro Anónimo you got PERTAMAX...! hehehehe...
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