Adiós con lágrimas
Pablo Infante, máximo goleador de la historia del Mirandés, se despidió ayer del equipo en el que pasó los últimos nueve años de su carrera y donde consiguió sus mayores logros como futbolista. Entre lágrimas y sin tener al lado a ningún miembro ni del consejo de administración ni del cuerpo técnico rojillo, Infante dijo adiós al club en el que logró el ascenso a Segunda División y alcanzó las semifinales de la Copa del Rey tras eliminar a tres equipos de Primera División.
Su primer año en Segunda División estuvo marcado por las lesiones, lo que le impidió rendir a su mejor nivel, limitándose a jugar 22 partidos —11 como titular— y a marcar dos goles —ambos al Xerez—. Sin embargo, la pasada temporada Pablo Infante volvió a ser el jugador referente de los rojillos, disputando 33 partidos —25 desde el inicio— y anotando 9 goles. Uno de ellos, por cierto, le dio la victoria al Mirandés ante la Ponferradina en el partido disputado en Anduva. En la vuelta, jugada en Ponferrada, Infante abandonó El Toralín entre una sonora ovación del público berciano, que se rindió a su buen hacer sobre el terreno de juego.
Aunque todavía tenía un año más de contrato con el Mirandés, el mánager general del equipo rojillo, Carlos Terrazas, ya había advertido semanas atrás de que el contrato estaba sujeto a «interpretaciones». El descenso de los burgaleses a Segunda División B tras un final de temporada nefasto terminó precipitando la salida del delantero del equipo en el que ha pasado la mayor parte de su carrera deportiva.
En su rueda de prensa de despedida, Pablo no aclaró nada sobre su futuro, aunque rápidamente comenzó a saberse el interés de varios equipos de la Liga Adelante por hacerse con el delantero burgalés para esta temporada.
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