El guardameta firma por el Zamora tras el fallido proyecto en Salamanca, romperse un hombro y no concretarse en enero su fichaje en el Valladolid
A Sergio Garabato parece haberle mirado un tuerto. Formado en el Valencia y tercer guardameta del Levante durante los años dorados, el de Mislata trata de reorientar una carrera que empezó a truncarse cuando no aceptó seguir como en el filial granota. Exigió confianza por escrito, no se la dieron e hizo las maletas hacia el oeste de España. Y allí sólo ha encontrado sinsabores en el último año y medio.
Garabato, el meta que creyó que había llegado su oportunidad en el primer equipo con la marcha de Munúa, fichó por un club que luego no pudo competir, sufrió una grave lesión y, últimamente, se ha lanzado al vacío al rescindir un contrato. Con 25 años y natural de Mislata, espera que haya llegado el punto de inflexión de su trayectoria. Su contratación por el Zamora en este mercado de invierno fue parecida con la de Bryan Ruiz por el Levante, pero con mejor desenlace.
«Creía que me iba a quedar sin equipo. Me llamaron el 31 de enero a las 20 horas», comenta. Lógicamente, ni se lo pensó. Probó por enésima vez la suerte que le ha sido esquiva en los últimos meses. Vio en un equipo que lucha por evitar el descenso la ocasión para de una vez por todas tener una continuidad. La oportunidad de resarcirse del error de haber rescindido el penúltimo día de 2014 con el Guijuelo.
«Había sido titular hasta la jornada 12, cuando me lesioné en Las Gaunas. Sufrí una microrrotura en el abductor. Ahora no estaba jugando», justifica el guardameta. Le llegaron los cantos de sirena de una oportunidad en el Valladolid. Dani Hernández se iba al Tenerife y él ocuparía su puesto. Al final la operación no se concretó y se quedó sin equipo.
Regresaba al mismo punto en el que se vio de rebote nada más marcharse del Levante. Entonces firmó por el Salamanca Athletic Club, que nació para ocupar el hueco que dejó la UD Salamanca, desaparecida tras 90 años de historia y varias temporadas en Primera. Pero la Federación Española se negó a inscribir a la nueva entidad en Segunda B, en un asunto que ha llegado a los tribunales. El resultado fue que, de repente, Garabato se quedaba sin equipo a punto de empezar el curso.
Quizás en algún momento lamentó no haberse tragado el orgullo. Meses antes, había acabado su contrato con el Levante. «Creía que me iba a quedar, pero prefirieron fichar a Javi Jiménez. Fue algo raro, no sé que ocurrió», asegura el guardameta de Mislata, quien puntualiza que semanas después le propusieron volver: «Cuando llegó Caparrós y vio los vídeos pidió que me recuperaran. Pero me ofrecieron un contrato de un año en el filial y yo quería un segundo que obligatoriamente fuera en el primer equipo».
Consideraba que su etapa en el Levante B había concluido. El meta se había visto como suplente de Keylor Navas, no aceptó las condiciones y quedó definitivamente desvinculado de la entidad granota.
Entonces empezó la pesadilla con el Salamanca AC. ¿Podía ir algo peor? Pues sí. «Me rompí el hombro entrenando, a pesar de que no cobraba. Piensas que una cosa así no te va a ocurrir y ya ves», se lamenta. Volvió a Valencia y, cuando se recuperó, Garabato se entrenó a título individual con un técnico de porteros. «Estuve viviendo del paro porque había cotizado en la etapa en Valencia y Levante. Te sientes muy solo. Cuando ves que la temporada empieza y lees los resultados cada semana... la sensación es horrible», comenta el futbolista, que en abril ya llegó a un acuerdo con el Guijuelo para la presente temporada.
Y ahí llegó una nueva montaña rusa. Titularidad, lesión, rescisión, fallido fichaje por el Valladolid y la oportunidad en el Zamora. Su compañero y rival por la portería fue expulsado hace dos semanas frente al Celta B y debutó con derrota la jornada anterior frente al Marino de Luanco. Ahora tiene ante si el reto de ganarse la titularidad.
Link: http://valenciacf.lasprovincias.es/noticias/201502/22/penitencia-garabato-20150221232651-v.html
A Sergio Garabato parece haberle mirado un tuerto. Formado en el Valencia y tercer guardameta del Levante durante los años dorados, el de Mislata trata de reorientar una carrera que empezó a truncarse cuando no aceptó seguir como en el filial granota. Exigió confianza por escrito, no se la dieron e hizo las maletas hacia el oeste de España. Y allí sólo ha encontrado sinsabores en el último año y medio.
Garabato, el meta que creyó que había llegado su oportunidad en el primer equipo con la marcha de Munúa, fichó por un club que luego no pudo competir, sufrió una grave lesión y, últimamente, se ha lanzado al vacío al rescindir un contrato. Con 25 años y natural de Mislata, espera que haya llegado el punto de inflexión de su trayectoria. Su contratación por el Zamora en este mercado de invierno fue parecida con la de Bryan Ruiz por el Levante, pero con mejor desenlace.
«Creía que me iba a quedar sin equipo. Me llamaron el 31 de enero a las 20 horas», comenta. Lógicamente, ni se lo pensó. Probó por enésima vez la suerte que le ha sido esquiva en los últimos meses. Vio en un equipo que lucha por evitar el descenso la ocasión para de una vez por todas tener una continuidad. La oportunidad de resarcirse del error de haber rescindido el penúltimo día de 2014 con el Guijuelo.
«Había sido titular hasta la jornada 12, cuando me lesioné en Las Gaunas. Sufrí una microrrotura en el abductor. Ahora no estaba jugando», justifica el guardameta. Le llegaron los cantos de sirena de una oportunidad en el Valladolid. Dani Hernández se iba al Tenerife y él ocuparía su puesto. Al final la operación no se concretó y se quedó sin equipo.
Regresaba al mismo punto en el que se vio de rebote nada más marcharse del Levante. Entonces firmó por el Salamanca Athletic Club, que nació para ocupar el hueco que dejó la UD Salamanca, desaparecida tras 90 años de historia y varias temporadas en Primera. Pero la Federación Española se negó a inscribir a la nueva entidad en Segunda B, en un asunto que ha llegado a los tribunales. El resultado fue que, de repente, Garabato se quedaba sin equipo a punto de empezar el curso.
Quizás en algún momento lamentó no haberse tragado el orgullo. Meses antes, había acabado su contrato con el Levante. «Creía que me iba a quedar, pero prefirieron fichar a Javi Jiménez. Fue algo raro, no sé que ocurrió», asegura el guardameta de Mislata, quien puntualiza que semanas después le propusieron volver: «Cuando llegó Caparrós y vio los vídeos pidió que me recuperaran. Pero me ofrecieron un contrato de un año en el filial y yo quería un segundo que obligatoriamente fuera en el primer equipo».
Consideraba que su etapa en el Levante B había concluido. El meta se había visto como suplente de Keylor Navas, no aceptó las condiciones y quedó definitivamente desvinculado de la entidad granota.
Entonces empezó la pesadilla con el Salamanca AC. ¿Podía ir algo peor? Pues sí. «Me rompí el hombro entrenando, a pesar de que no cobraba. Piensas que una cosa así no te va a ocurrir y ya ves», se lamenta. Volvió a Valencia y, cuando se recuperó, Garabato se entrenó a título individual con un técnico de porteros. «Estuve viviendo del paro porque había cotizado en la etapa en Valencia y Levante. Te sientes muy solo. Cuando ves que la temporada empieza y lees los resultados cada semana... la sensación es horrible», comenta el futbolista, que en abril ya llegó a un acuerdo con el Guijuelo para la presente temporada.
Y ahí llegó una nueva montaña rusa. Titularidad, lesión, rescisión, fallido fichaje por el Valladolid y la oportunidad en el Zamora. Su compañero y rival por la portería fue expulsado hace dos semanas frente al Celta B y debutó con derrota la jornada anterior frente al Marino de Luanco. Ahora tiene ante si el reto de ganarse la titularidad.
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