CINCO PUNTOS separan a Osasuna, el líder, y al Numancia, undécimo • Hacía 18 años que la diferencia no era tan baja • El Almería, colista, a 12
Muchas veces los españoles, en ese afán por idolatrar lo de afuera, nos olvidamos de nuestro propio producto. Pasa con la música, pasa con las costumbres y fiestas y, como no podía ser de otro modo, pasa con el fútbol.
Anhelamos la igualdad de la que nos privan Real Madrid, Atlético y Barcelona en los estadios de la Bundesliga o de la Premier, y la tenemos frente a nuestros propios ojos. Sólo hace falta mirar un poquito hacia abajo. A Segunda, concretamente.
En la categoría de Plata se ha instaurado, no sin razón, el cliché de Liga igualada al máximo, pero esta temporada el tópico cobra más valor que nunca: entre el primer clasificado y el undécimo, que marca el ecuador de la tabla, sólo hay cinco puntos.
Son los que separan a Osasuna, inquilino del ático de Segunda con 23, y al Numancia. Entre ellos, nueve equipos cuyo rumbo en la clasificación puede virar al más mínimo traspié o racha positiva. Así se explica que el Mirandés pase de décimo a tercero en apenas siete días, o que el Alcorcón mire desde su barrera de tres puntos tanto a los playoffs de ascenso como al descenso.
Hacía 18 años que no se vivía una igualdad así en Segunda división a estas alturas de la película. Fue en la temporada 1997-98, cuando el Ourense lideraba la Liga con 22 puntos en 13 jornadas y el Eibar dividía la tabla clasificatoria en dos con 17.
El Numancia rompió la igualdad
No obstante, en estas casi dos décadas la igualdad ha sido la tónica habitual en la categoría de Plata. Siete puntos entre primero y undécimo, nueve... Sólo en temporadas en las que surge un equipo que domina la Liga con mano de hierro la diferencia es mayor. Ocurrió en la campaña 1998-99, curso en el que el Numancia sumaba la friolera de 33 puntos a estas alturas. Siete más que su inmediato perseguidor, el Toledo, y 14 más que el Recreativo, undécimo clasificado.
Si la zona noble está más igualada que nunca en Segunda esta temporada, la parte humilde de la tabla no se queda a la zaga. Seis puntos separan a los últimos 11 clasificados, del Leganés al Almería. Una victoria significa relativa tranquilidad, y una derrota hace saltar las alarmas; y es que el Mallorca, que marca los puestos de descenso con 14 puntos, solo está a tres del mencionado Leganés.
En total, Osasuna y Almería —que es colista pese a tener la plantilla más cara de la categoría con 9,7 millones de límite salarial— se distancian en sólo 12 puntos, los mismos que separaban a Ourense y Logroñés 18 temporadas atrás.
Los técnicos lo saben
Los entrenadores de Segunda no son ajenos a esta igualdad, y muestran reservas hacia su condición de favorito en encuentros ante equipos teóricamente inferiores.
Jagoba Arrasate, técnico del Numancia, avisaba en la previa de los peligros del Llagostera, colista a fecha del sábado: “Sabemos que ganar en Segunda no es fácil, y hacerlo fuera de casa es más difícil todavía. Los equipos cambian mucho como locales y a domicilio”. El devenir del partido le dio la razón, y el conjunto catalán se llevó los tres puntos en su feudo.
Y es que Segunda es una Liga en la que cualquiera puede ganar a cualquiera, como sucedió el pasado domingo en La Romareda. El Zaragoza, segundo, recibía a un Valladolid que sólo contaba una victoria en sus últimos ocho encuentros. Al final, 0-2 para el cuadro vallisoletano y una nueva sorpresa en la Quiniela. Quién busque fuera la igualdad es porque no mira bien en casa.
Noticia: MARCA
Muchas veces los españoles, en ese afán por idolatrar lo de afuera, nos olvidamos de nuestro propio producto. Pasa con la música, pasa con las costumbres y fiestas y, como no podía ser de otro modo, pasa con el fútbol.
Anhelamos la igualdad de la que nos privan Real Madrid, Atlético y Barcelona en los estadios de la Bundesliga o de la Premier, y la tenemos frente a nuestros propios ojos. Sólo hace falta mirar un poquito hacia abajo. A Segunda, concretamente.
En la categoría de Plata se ha instaurado, no sin razón, el cliché de Liga igualada al máximo, pero esta temporada el tópico cobra más valor que nunca: entre el primer clasificado y el undécimo, que marca el ecuador de la tabla, sólo hay cinco puntos.
Son los que separan a Osasuna, inquilino del ático de Segunda con 23, y al Numancia. Entre ellos, nueve equipos cuyo rumbo en la clasificación puede virar al más mínimo traspié o racha positiva. Así se explica que el Mirandés pase de décimo a tercero en apenas siete días, o que el Alcorcón mire desde su barrera de tres puntos tanto a los playoffs de ascenso como al descenso.
Hacía 18 años que no se vivía una igualdad así en Segunda división a estas alturas de la película. Fue en la temporada 1997-98, cuando el Ourense lideraba la Liga con 22 puntos en 13 jornadas y el Eibar dividía la tabla clasificatoria en dos con 17.
El Numancia rompió la igualdad
No obstante, en estas casi dos décadas la igualdad ha sido la tónica habitual en la categoría de Plata. Siete puntos entre primero y undécimo, nueve... Sólo en temporadas en las que surge un equipo que domina la Liga con mano de hierro la diferencia es mayor. Ocurrió en la campaña 1998-99, curso en el que el Numancia sumaba la friolera de 33 puntos a estas alturas. Siete más que su inmediato perseguidor, el Toledo, y 14 más que el Recreativo, undécimo clasificado.
Si la zona noble está más igualada que nunca en Segunda esta temporada, la parte humilde de la tabla no se queda a la zaga. Seis puntos separan a los últimos 11 clasificados, del Leganés al Almería. Una victoria significa relativa tranquilidad, y una derrota hace saltar las alarmas; y es que el Mallorca, que marca los puestos de descenso con 14 puntos, solo está a tres del mencionado Leganés.
En total, Osasuna y Almería —que es colista pese a tener la plantilla más cara de la categoría con 9,7 millones de límite salarial— se distancian en sólo 12 puntos, los mismos que separaban a Ourense y Logroñés 18 temporadas atrás.
Los técnicos lo saben
Los entrenadores de Segunda no son ajenos a esta igualdad, y muestran reservas hacia su condición de favorito en encuentros ante equipos teóricamente inferiores.
Jagoba Arrasate, técnico del Numancia, avisaba en la previa de los peligros del Llagostera, colista a fecha del sábado: “Sabemos que ganar en Segunda no es fácil, y hacerlo fuera de casa es más difícil todavía. Los equipos cambian mucho como locales y a domicilio”. El devenir del partido le dio la razón, y el conjunto catalán se llevó los tres puntos en su feudo.
Y es que Segunda es una Liga en la que cualquiera puede ganar a cualquiera, como sucedió el pasado domingo en La Romareda. El Zaragoza, segundo, recibía a un Valladolid que sólo contaba una victoria en sus últimos ocho encuentros. Al final, 0-2 para el cuadro vallisoletano y una nueva sorpresa en la Quiniela. Quién busque fuera la igualdad es porque no mira bien en casa.
Noticia: MARCA
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