“Una persona que se gana el respeto no es el que da cuatro voces. El verdadero líder es el que cuando dice algo se le escucha y siempre tiene razón. Los compañeros de aquel Valladolid hablábamos en broma de las broncas tranquilas de Alberto. Era raro que levantara la voz, pero cuando lo hacía todos callábamos y le hacíamos caso”.
Borja Fernández compartió vestuario con su nuevo entrenador durante tres temporadas, entre 2006 y 2009, en las que el ya técnico blanquivioleta defendió la portería castellana de manera brillante y fue parte fundamental de un vestuario único.
De hecho, el compromiso de Alberto López con el Valladolid, su amistad personal con el presidente Carlos Suárez, y la necesidad de inculcar aquel carácter a la actual plantilla vallisoletana son los principales motivos que han llevado al exguardameta a aceptar una empresa arriesgada: tomar las riendas de un equipo a la deriva con sólo siete jornadas de contrato.
“Si no me viese capaz no daría el paso. Siempre he seguido al Valladolid, lo llevo dentro. De hecho, si estoy aquí es más por una cuestión personal que futbolística. Estamos hablando de dar la vuelta a la situación en siete jornadas. Para mí, lo fundamental es ganar el primer partido contra el Lugo, más allá de sentirnos competitivos y fuertes”, dijo el entrenador en su presentación.
“Tengo una amistad muy grande con Carlos Suárez y si no fuera por él no estaríamos aquí hablando, ya que siete semanas es un sprint muy corto, pero tenemos que dar una buena imagen de equipo y que los jugadores se sientan otra vez futbolistas”, añadió.
Esa sensación de pertenencia a un proyecto común, que va más allá del tiempo pasado y de las circunstancias deportivas, viene dado por una con- vivencia especial en un vestuario único. “Es el mejor vestuario en el que he estado, junto al del Deportivo, aunque en Valladolid fue más tiempo. Todos los que estuvimos en aquellos años lo llevamos muy dentro. Unos 15 futbolistas siguen manteniendo contacto, se escriben y se llaman después de tanto tiempo. Eso demuestra que ahí hubo algo muy grande”, insistió Borja.
Noticia: MARCA
Borja Fernández compartió vestuario con su nuevo entrenador durante tres temporadas, entre 2006 y 2009, en las que el ya técnico blanquivioleta defendió la portería castellana de manera brillante y fue parte fundamental de un vestuario único.
De hecho, el compromiso de Alberto López con el Valladolid, su amistad personal con el presidente Carlos Suárez, y la necesidad de inculcar aquel carácter a la actual plantilla vallisoletana son los principales motivos que han llevado al exguardameta a aceptar una empresa arriesgada: tomar las riendas de un equipo a la deriva con sólo siete jornadas de contrato.
“Si no me viese capaz no daría el paso. Siempre he seguido al Valladolid, lo llevo dentro. De hecho, si estoy aquí es más por una cuestión personal que futbolística. Estamos hablando de dar la vuelta a la situación en siete jornadas. Para mí, lo fundamental es ganar el primer partido contra el Lugo, más allá de sentirnos competitivos y fuertes”, dijo el entrenador en su presentación.
“Tengo una amistad muy grande con Carlos Suárez y si no fuera por él no estaríamos aquí hablando, ya que siete semanas es un sprint muy corto, pero tenemos que dar una buena imagen de equipo y que los jugadores se sientan otra vez futbolistas”, añadió.
Esa sensación de pertenencia a un proyecto común, que va más allá del tiempo pasado y de las circunstancias deportivas, viene dado por una con- vivencia especial en un vestuario único. “Es el mejor vestuario en el que he estado, junto al del Deportivo, aunque en Valladolid fue más tiempo. Todos los que estuvimos en aquellos años lo llevamos muy dentro. Unos 15 futbolistas siguen manteniendo contacto, se escriben y se llaman después de tanto tiempo. Eso demuestra que ahí hubo algo muy grande”, insistió Borja.
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