Daniel Larsson es un tipo tranquilo. Rara vez pierde los nervios dentro del terreno de juego. A veces puede desesperar porque no hace aspavientos o no protesta al árbitro. El sábado, por ejemplo, se encontró con un balón suelto en el pico del área y sin pensárselo batió a Willy Caballero. En su intento de celebración, tras asegurarse que no estaba en fuera de juego, se topó con Manucho y ahí se paró.
El sueco hizo su tercer tanto con la camiseta del Real Valladolid, tercero esta temporada. Ya es el segundo máximo goleador (empatado con Osorio) tras Javi Guerra y eso que lleva casi toda la Liga fuera de su posición natural, la de mediapunta. Ahora es extremo derecho y cada vez se le ve mejor. Zorrilla le quiere. La afición sabe que, aunque no trasmite tanto como otros (llámense Ebert o de otra forma), es un futbolista honesto. Se vacía dentro del campo (de hecho de sus 13 encuentros como titular ha sido sustituido en 12).
El sábado volvió a marcar y su equipo a puntuar. Se estrenó ante el Rayo y el Real Valladolid ganó. Repitió ante la Real Sociedad y si el cuadro de Juan Ignacio Martínez no venció fue por Claudio Bravo y ese penalti parado a Ebert. En La Rosaleda, gol y otro punto para Valladolid. Sus goles no tienen tanto bombo como los de Javi Guerra pero están sirviendo.
También su juego, que desatasca con su velocidad, caídas y búsqueda de rupturas. No es goleador pero ya lleva tres dianas. No es extremo, pero vuelve locos a los laterales. Larsson se está convirtiendo en imprescindible para Juan Ignacio Martínez. Y nadie pone en duda su titularidad.
Él siempre dice lo mismo. Y en eso sí es futbolista: «Yo quiero jugar».
Aclimatado.Larsson fue uno de los refuerzos de invierno de la pasada temporada. Llegó antes a Valladolid, para entrenarse con su nuevo equipo y aclimatarse cuanto antes a la ciudad y a las costumbres nacionales. Para ello, desde el primer día se apuntó a clases de español y es uno de los pocos futbolistas extranjeros que se atreve a explicarse en nuestro idioma casi desde su llegada. A pesar de su procedencia, asegura que en Valladolid hace mucho más frío que en Malmo o Gotemburgo, de donde es natural.
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