El Valladolid se deja media permanencia y la vergüenza en Balaídos para emprender el camino a Segunda (4-1)

El conjunto blanquivioleta firmó un partido para olvidar, indigno de un equipo que se está jugando la permanencia. Nolito en dos ocasiones, Charles y Mitrovic en propia hicieron los goles del Celta y Manucho el del Pucela.

Ridículo y depresión para encarar la recta final de la temporada jugándose el descenso. En esa frase podría resumirse el partido del Valladolid en Balaídos, donde cayó por 4-1 en un choque vergonzoso de los de Juan Ignacio Martínez de principio a fin. Nolito y Charles pusieron el 2-0 antes del descanso, para que el propio Nolito y Mitrovic en propia terminaran de redondear el 4-0 nada más volver de vestuarios. Con cuarenta minutos sobrantes por delante,Manucho hizo el del honor –por llamarlo de alguna manera- en el 75.

La hecatombe comenzó desde el primer minuto. Nulo en ataque y desaparecido en defensa, el conjunto blanquivioleta amagó al principio con plantar cara a los vigueses pero terminó deshaciéndose como un azucarillo sobre el césped de Balaídos. Charles y Nolito eran un constante quebradero de cabeza para Mitrovic y Rueda, con más nervio en el cuerpo que un mal chuletón, mientras Óscar lo intentaba arriba sin resultado y Guerra se desesperaba ante la falta de balones.

En estas el Celta se encontró con el palo hasta en dos ocasiones en los primeros doce minutos, una clara demostración de intenciones respecto a un Pucela que no llegó a tirar a puerta en los primeros cuarentaicinco minutos. Quizá por la falta de competición, por unos jugadores que no están a la altura o por un entrenador que sigue a verlas venir a un mes del final, la cuestión es que el Valladolid sigue sin demostrar nada, con lo que la permanencia se antoja complicada pese al calendario favorable.

Primero Charles tras empalmar un pase largo y luego Nolito al rematar un centro de un Hugo Mallo que se lesionaría minutos después, la madera le dijo que no dos veces a los locales. Era solo el principio. El mano a mano fallado por Orellana a continuación hacía patente que los blanquivioletas eran un pelele en manos de los celestes.

Seguía buscándolo con más ahínco el Celta en un partido que terminó por volverse de ida y vuelta según avanzaba la primera mitad, si bien los jugadores del Valladolid seguían con la cabeza a otras cosas, hasta que los primeros terminaron de encontrar recompensa. La jugada clave se desarrolló a toda velocidad.

En la única oportunidad clara del Pucela en toda la primera parte, Larsson se quedó a solas ante Yoel y su remate lo desvío genial el portero gallego. La contra fue mortal, pues un pase genial de Orellana lo remató Nolito solo ante la indiferencia de Rueda y Mitrovic para abrir el marcador. Apenas un minuto después, en una jugada casi calcada pero con Orellana asistiendo esta vez a Charles, el Pucela terminaba de suicidarse con el 2-0. Era el principio del fin.

Muy mal lo tuvo que hacer Juan Ignacio Martínez en los vestuarios porque al minuto de levantarse de nuevo el telón Nolito ya se las había ingeniado para hacer la sentencia al batir de nuevo a Jaime tras pase de tacón de Madinda. Como una mala pesadilla, apenas dos minutos después Mitrovic remataba hacia su propia portería el 4-0 para terminar de hacer el ridículo.

Y ya está. Esta es la historia de un equipo sin alma que se ve incapaz en demasiadas ocasiones, quién sabe si por falta de capacidad o de testiculina. La cuestión es que por mucho que el nivel de exigencia en Primera esté bajo, hay que saber alcanzarlo. Y el Valladolid no parece muy por la labor. ¿Acaso hay una mínima lógica para que un equipo que se está jugando la existencia con un posible descenso se ponga 4-0 ante otro que casi no se juega nada?

El resto del partido fue un auténtico bodrio, con el Celta rebajando el pistón mientras la grada hacía la ola, disfrutando de su bien lograda salvación. Eltanto de Manucho en el 75, cuando los gallegos bien podían haber hecho el quinto en varias ocasiones, fue una mera anécdota. Este Pucela huele a muerto, y la podredumbre tampoco se puede decir que haya empezado en Balaídos.

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