Dani Hernández se suma a los problemas que hubo en pasadas temporadas bajo los palos con Mariño, Javi Jiménez o Barreto
El Valladolid parece que en las últimas temporadas anda gafado con la portería. Por unas causas o por otras en los últimos años siempre han tenido algún problema que solucionar por cuestiones de comportamiento. La espantada de Dani Hernández, que se negó el pasado lunes a entrenar, aunque ayer sí lo hizo, por problemas psicológicos, ya que quiere abandonar el equipo, no es la primera que sufre el conjunto blanquivioleta.
Sin ir más lejos, el pasado mes de julio, Diego Mariño no se presentó al primer día de entrenamiento de la era Rubi. El gallego decidió hacer las maletas y marcharse al Levante sin que el Real Valladolid supiera nada. Se acogió a una cláusula de su contrato para abandonar el club en caso de descenso. Aunque el presidente Carlos Suárez recurrió a la LFP, finalmente esta le dio la razón al portero. La marcha de Mariño provocó que Dani Hernández, hasta entonces transferible, se quedara como único portero profesional, hasta la llegada de Javi Varas.
Pero echando un poco la vista atrás, la mala suerte con los guardametas viene de lejos. En la temporada 2010-11, confiaba en la juventud del canterano Javi Jiménez para mantener la portería sellada durante varias temporadas. Sin embargo, cuando terminó la temporada, el Valladolid quiso renovarle, pero su oferta no satisfizo al joven guardameta, ya que éste pedía una excesiva subida de sueldo. En ese momento comenzó un tira y afloja entre presidente, jugador y representante que, tras nuevas ofertas, se saldó con la no renovación.
Por último, el club blanquivioleta también mantuvo un affaire con Diego Barreto. En 2005 firmaron un acuerdo para fchar una vez hubiera concluido su compromiso con el club donde entonces jugaba, Cerro Porteño. Desvinculado del Cerro, fichó por Newell’s Old Boys. El paraguayo finalmente tu-
vo que pagar casi un millón de euros por incumplimiento de contrato
Noticia: MARCA
El Valladolid parece que en las últimas temporadas anda gafado con la portería. Por unas causas o por otras en los últimos años siempre han tenido algún problema que solucionar por cuestiones de comportamiento. La espantada de Dani Hernández, que se negó el pasado lunes a entrenar, aunque ayer sí lo hizo, por problemas psicológicos, ya que quiere abandonar el equipo, no es la primera que sufre el conjunto blanquivioleta.
Sin ir más lejos, el pasado mes de julio, Diego Mariño no se presentó al primer día de entrenamiento de la era Rubi. El gallego decidió hacer las maletas y marcharse al Levante sin que el Real Valladolid supiera nada. Se acogió a una cláusula de su contrato para abandonar el club en caso de descenso. Aunque el presidente Carlos Suárez recurrió a la LFP, finalmente esta le dio la razón al portero. La marcha de Mariño provocó que Dani Hernández, hasta entonces transferible, se quedara como único portero profesional, hasta la llegada de Javi Varas.
Pero echando un poco la vista atrás, la mala suerte con los guardametas viene de lejos. En la temporada 2010-11, confiaba en la juventud del canterano Javi Jiménez para mantener la portería sellada durante varias temporadas. Sin embargo, cuando terminó la temporada, el Valladolid quiso renovarle, pero su oferta no satisfizo al joven guardameta, ya que éste pedía una excesiva subida de sueldo. En ese momento comenzó un tira y afloja entre presidente, jugador y representante que, tras nuevas ofertas, se saldó con la no renovación.
Por último, el club blanquivioleta también mantuvo un affaire con Diego Barreto. En 2005 firmaron un acuerdo para fchar una vez hubiera concluido su compromiso con el club donde entonces jugaba, Cerro Porteño. Desvinculado del Cerro, fichó por Newell’s Old Boys. El paraguayo finalmente tu-
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