UN GOL del paraguayo da un triunfo vital a un Espanyol superior • Abraham abrió el marcador y lo igualó otro gran gol, de Bebé • El Rayo sólo ganó la posesión
Corría un viento helado por Cornellà y eso que la cosa andaba por los 13 grados. Vamos, que no la noche no era lituana. Un zapatazo monumental de Bebé tenía al perico con los pelos de punta. Le había entrado el frío, sí. ¡Lo que había merecido su equipo y el Rayo le empataba con lo mínimo! O menos. Y es que con un discreto acierto local la cosa debía estar 2-0 y el tanto vallecano, si acaso, hubiera sido una amenaza. Pero entre Burgui, Marco Asensio, Gerard Moreno, Víctor Sánchez, y naturalmente Yoel que para eso estaba, negaron el gol de la tranquilidad. Más de un gol. Y el caso es que los cuatro, especialmente los delanteros, jugaron un estupendo encuentro. Pero el gol, ¡ay, el gol!. No se compra en El Corte Inglés ni ahora que está de aniversario.
Helaba cuando Hernán Pérez agarró la volea soñada. La pelota cae del cielo... ¡y a la escuadra! El rugido de la grada fue el de un volcán, lloros hubo incluso. Por el golazo y por su significado. Tras el 0-3 con el Betis, el Espanyol debía ganar y ganar, y ganó. Con toda justicia y con el sufrimiento de costumbre. Fue mucho más que el Rayo y no respiró hasta un final complicado: Víctor Sánchez vio la segunda amarilla y Diop su quinta por protestar la roja al compañero. Corolario: ninguno estará el próximo lunes en Granada en otro partidito de no te menees. El eje central blanquiazul, K.O. para esa cita en el minuto 90. Es el tradicional sufrimiento espanyolista, menuda cruz. Que tuvo que ser menos esta vez, ya digo. Fue mejor en to- das las facetas del juego ante un Rayo confuso, errático.
Noticia: MARCA
Corría un viento helado por Cornellà y eso que la cosa andaba por los 13 grados. Vamos, que no la noche no era lituana. Un zapatazo monumental de Bebé tenía al perico con los pelos de punta. Le había entrado el frío, sí. ¡Lo que había merecido su equipo y el Rayo le empataba con lo mínimo! O menos. Y es que con un discreto acierto local la cosa debía estar 2-0 y el tanto vallecano, si acaso, hubiera sido una amenaza. Pero entre Burgui, Marco Asensio, Gerard Moreno, Víctor Sánchez, y naturalmente Yoel que para eso estaba, negaron el gol de la tranquilidad. Más de un gol. Y el caso es que los cuatro, especialmente los delanteros, jugaron un estupendo encuentro. Pero el gol, ¡ay, el gol!. No se compra en El Corte Inglés ni ahora que está de aniversario.
Helaba cuando Hernán Pérez agarró la volea soñada. La pelota cae del cielo... ¡y a la escuadra! El rugido de la grada fue el de un volcán, lloros hubo incluso. Por el golazo y por su significado. Tras el 0-3 con el Betis, el Espanyol debía ganar y ganar, y ganó. Con toda justicia y con el sufrimiento de costumbre. Fue mucho más que el Rayo y no respiró hasta un final complicado: Víctor Sánchez vio la segunda amarilla y Diop su quinta por protestar la roja al compañero. Corolario: ninguno estará el próximo lunes en Granada en otro partidito de no te menees. El eje central blanquiazul, K.O. para esa cita en el minuto 90. Es el tradicional sufrimiento espanyolista, menuda cruz. Que tuvo que ser menos esta vez, ya digo. Fue mejor en to- das las facetas del juego ante un Rayo confuso, errático.
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