Carta de despedida de Javi Baraja

Como ya comunicó el club el viernes, no se renovará mi contrato. Lo que significa que mi etapa como futbolista en el equipo de mi ciudad acaba aquí.

Cuando en junio de 2005 recibo la llamada de mi representante, Manuel García Quilón, y me dice textualmente: «Javi, vamos a firmar en el Real Valladolid», no podía imaginar que 9 años después iba a estar aquí en el mismo lugar, despidiéndome, tras hacer carrera deportiva en mi equipo. Nueve temporadas en las que he vivido cosas buenas y cosas malas, pero os puedo asegurar que todas y cada una de ellas han sido vividas al 100%. Nueve temporadas en las que he cumplido el sueño de ese niño de barrio que jugaba al fútbol en la calle, sueño de muchos compañeros con los que he compartido vestuario en las categorías inferiores, en definitiva, el sueño de cualquier niño futbolero de Valladolid.

El mayor orgullo que tengo en mi carrera es haber llevado durante 4 años el brazalete de capitán del Real Valladolid y representar a toda una cantera y sus valores.

Solo tengo agradecimientos hacia el Real Valladolid por el trato recibido desde el primero hasta el último minuto. He pasado por todos lo niveles de formación de la cantera y me he encontrado con muchos entrenadores, compañeros y familiares. A todos ellos, gracias.

Me gustaría no resultar pesado con los agradecimentos, pero tengo tanta gente que dar las gracias, que sería injusto dejarme alguno en el olvido. Para empezar, y por cercanía, gracias Carlos Suárez por nueve años de confianza, nueve años de fe en mí, y gracias a Jose Caminero por creer en mí cuando nadie creyó. Gracias a los dos, porque fuisteis los que hicisteis en 2005 que este sueño comenzara. Gracias a mis amigos y compañeros mas veteranos. De vosotros aprendí los valores del vestuario. Marcos, Víctor, Óscar, Calvo... nuestra vieja guardia. Gracias a tantos y tantos compañeros con los que he convivido. No quiero nombrar a nadie en especial, porque seguro que me olvido de alguno y no me lo perdonaría. Y os aseguro que estaría un buen rato citando a gente, lo cual dice mucho de la calidad humana de ese vestuario. Un gracias especial para mis compañeros de este año que aunque el resultado haya sido malo, habéis hecho que me sintiera importante. Gracias a todos los entrenadores, porque de cada uno he aprendido algo para mejorar. Gracias a la gente de las oficinas y resisdencia, por vuestro cariño y respeto, sin vosotros el club no funcionaría. Gracias a las chicas de lavandería y chicos del campo, que día a día tenéis una sonrisa a pesar de las dificultades. Gracias Jesús por ese abrazo cada mañana que te hace sentir que ya estás en casa. Gracias a la prensa que siempre valorasteis mi profesionalidad y entrega. Gracias al cuerpo médico (Pablo, Quique, Ricardo, Pablo Mora, Fernando, David, Aramayo, Alberto, Rafa), a Paco Santamaría, a Óscar Mona, porque habéis hecho que me sienta el tío más especial de ese vestuario. Vuestros consejos, vuestra sinceridad y vuestra amistad han hecho que guarde un recuerdo inolvidable en mi corazón. Gracias amigos, nunca os olvidaré. Y, cómo no, gracias a la afición. Sin vuestro apoyo, nada sería posible. Gracias por creer en un chico de Las Delicias que defendía vuestra camiseta. Sin vosotros el club no existiría. Y, por último, me gustaría dar las gracias a los míos a los que han estado, están y estarán. A mis amigos, que han creido siempre en mí. En especial a ti, Julio, que has estado siempre a mi lado. A mi familia y a mis suegros, por estar siempre pendientes. A mis hermanos, Luis y Rubén, que habéis sido mi referencia, mi guía. Gracias por vuestros consejos. A mis padres, que sin vuestro sacrificio y dedicación, nunca hubiese llegado. Gracias por enseñarme los valores del trabajo y humildad. Con ellos he conseguido todo. Y, por último, a mi mujer. Gracias Elisa, que has aguantado mis malos humores, mis malos momentos, mil gracias por hacer que me levantase cada mañana con la ilusión renovada. Sin tu apoyo hubiese sido muy difícil. Y gracias a mis enanos, Mateo y Simón, que sois el faro de mi vida.

Se abren nuevas puertas y llegan nuevos retos, lejos de lo que ha sido mi casa durante 23 temporadas.

Me marcho con la cabeza muy alta y la conciencia muy tranquila, porque sé que en cada minuto que he defendido la camiseta del Real Valladolid he dado el máximo.

Solo me queda desear toda la suerte del mundo a mi Real Valladolid y ahora y siempre, ¡AÚPA PUCELA!



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